«Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos…” Si nos paramos a pensarlo, siempre se ha utilizado la montaña como un lugar de encuentro de Dios con el hombre, un lugar donde nos podemos sentir mucho más cerca: lugar donde ÉL decide dar la primera pista de lo que va a pasar, EXPERIMENTAR el verdadero amor de Dios, el amor total manifestado dando la vida hasta la muerte. Es más fácil pensar que Dios viene a castigar a los malos, pensar que mira con buenos ojos a los que le hacen caso y se enfada con los que no. Es decir, es más fácil pensar que Dios es como nosotros, reacciona como nosotros, razona como nosotros. Pero está muy por encima de nuestras ideas y sentimientos. O mejor dicho, Dios está mucho más “dentro”. Tenemos que parar, dejarnos sentir y que su amor nos repare. Ayúdame a encontrar tu Camino, hacerlo mío; ayúdame a experimentar tu amor y vivirlo con mis hermanos; ayúdame a sentir tu corazón, y que se conmueva el mío.
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