“Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda infecundo; pero si muere, produce mucho fruto…”
Quizás no nos hayamos parado a pensar cómo de algo tan pequeño como una semilla puede nacer algo tan maravilloso como una pequeña planta con la flor más colorida y el olor más embriagador o incluso un majestuoso árbol con ricos frutos. De algo tan pequeño como una semilla puede crecer un gran campo de trigo. Pero lo que quizás no sepamos es que esa pequeña semilla ha tenido que “sacrificarse” y secarse para dar fruto.
Es difícil entender que para dar vida alguien tenga que morir. Parece que nos quedamos siempre con lo negativo, con la muerte. Pero ¡no!, Jesús nos anuncia más vida que nunca gracias a su sacrificio. Y nos podemos preguntar, ¿y qué puedo hacer yo?, ¿cómo me puedo “sacrificar”? Pues quizás la respuesta está más cerca de lo que pensamos, en nuestros seres queridos, en nuestros amigos, en alguien que lo esté pasando mal. Si entregas lo mejor de ti, como hizo Jesús, encontrarás mucho más de lo que esperabas y te sentirás lleno de vida. ¿Te atreves a RECREAR tu vida?
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