Ilusión, ganas, ánimo, entusiasmo… Son las palabras que hoy, día 3 de octubre, se han podido vivir en una Jornada Diocesana que inaugura el Curso Pastoral, donde un nutrido grupo de fieles cristianos de nuestra parroquia, ha participado, compartido y experimentado la alegría de pertenecer a una Iglesia que va más allá de nuestros muros y personas.
La Jornada empezaba fuerte por la mañana con una ponencia vibrante de Mons. Rafael Zornoza Boy (Obispo de Cádiz y Ceuta) y su Vicario general Fernando Campos en el salón de la Calle Concepción de nuestra ciudad de Burgos. Para la evangelización es preciso «nuevo ardor, nuevos métodos y nuevas expresiones», en palabras del Papa San Juan Pablo II. Sencillamente han querido compartir con toda la Diócesis su experiencia evangelizadora allí en esas tierras de Andalucía, sus frutos y sus ganas de seguir trabajando en esta tarea de la extensión del Reino de Dios. Tras el diálogo posterior los participantes se desplazaron al Seminario de San José para profundizar aún más en el tema expuesto con unos talleres complementarios.
Finalizada la primera parte, en el mismo Seminario, confraternizaron con una comida; contando las experiencias, suscitando interrogantes y conociendo a otros cristianos que hacen lo propio en sus parroquias. No podía faltar las canciones que aúnan en la sobremesa, incluido el himno a Burgos.
En la tarde, tuvo lugar la Fiesta de la Fe. Los asistentes se dividieron en grupos para ir recorriendo los diversos lugares e ir profundizando el las diferentes llamadas que Dios hace en la Iglesia hoy. El Movimiento Familiar alegró la tarde con una puesta en escena muy interpelante de cómo sin Dios los problemas son insuperables de veras; los seminaristas contaron su experiencia de preparar y llevar a cabo el musical «A Corazón abierto», que no es otra cosa que suscitar en muchos chicos y chicas la llamada de Dios; y el testimonio de unos religiosos y de unas familias comprometidas.
Para concluir el encuentro, Don Francisco, nuestro Arzobispo, presidió la Eucaristía y exhortó a todos a conservar el valor indispensable de la familia como primera escuela para trasmitir la vida y la fe, pero como evangelizadora de otras muchas que no conocen a Cristo porque nadie se lo ha mostrado.
En definitiva: es la familia evangelizadora, la que como célula de la sociedad y de la Iglesia, da un testimonio sereno, feliz y convincente de la presencia de Dios entre nosotros.
Agradecemos a todos vuestra participación. La Iglesia es grande y necesita de todos.
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