Dice la Escritura que Jesús antes de padecer se junto con sus apóstoles en torno a una mesa para confiarles un legado y una nueva alianza; en esta ocasión la alianza se lleva hasta el extremo con la misma muerte de Cristo. Sí, nos referimos a la Última Cena de Jesús con sus amigos. Ésta es la experiencia y la dinámica que hemos iniciado con unos jóvenes en la Parroquia. Juntarnos al caer la tarde en torno a su Palabra y a su Persona.
¿Cómo se lleva a cabo? ¿En qué consiste? Lo podemos resumir en cuatro palabras reveladoras: convivir, compartir, crecer y creer. Convivir porque es un momento de comentar cómo ha ido la semana, qué cosas han funcionado, qué problemas han surgido, cómo se han ido superando… en definitiva, de hablar distendidamente de lo que uno considera importante para su vida: lo que tiene entre manos. Compartir una cena, con lo que cada uno pone, pero con lo que todos dan. Eso une mucho y educa en la responsabilidad de hacer algo por otros:es el servicio desinteresado. Crecer es necesario; uno no puede quedarse achatado en la vida. Ha de seguir formándose, aprendiendo nuevas cosas de Jesús y los suyos, estando a su lado. Y creer como expresión de una presencia que acompaña: es la presencia de Jesús al que dedican un tiempo breve de oración.
Pedimos que estos cenáculos llenen de vigor a nuestra parroquia, animen a estos chicos que participan y fortalezca a las familias para seguir sembrando la esperanza en sus hogares.
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