«La Cruz de Cristo es el juicio de Dios sobre todos nosotros y sobre el mundo, porque nos ofrece la certeza del amor y de la vida nueva», son las palabras del Papa Francisco en la Bula Misericordiae Vultus (21), con la que convoca el Año Santo de la Misericordia.
En nuestra Parroquia hemos querido acoger esta invitación del Papa a poner nuestra mirada en la cruz de Cristo y hemos iluminado satisfactoriamente la cruz que preside el campanario de nuestro templo. Una iluminación que se hará visible para todos los cristianos de la Parroquia, pero también para aquéllos que no han descubierto la fe, o la han perdido, o viven inmersos en el error o son de otra confesión religiosa. Porque Cristo en la cruz ha derramado su amor a todos. La misericordia no sólo es para unos pocos sino que es para todos, y por eso queremos manifestar ante el mundo de hoy el valor redentor del crucificado.
La cruz es el signo del amor y del perdón, que es la máxima expresión del amor. Pero el perdón y la misericordia no deben permanecer como bellas palabras, sino realizarse en la vida cotidiana. Amar y perdonar son el signo concreto y visible que la fe ha transformado nuestros corazones y nos permite expresar en nosotros la vida misma de Dios. Amar y perdonar como Dios ama y perdona. Este es un programa de vida que no puede conocer interrupciones o excepciones, sino que nos empuja a andar siempre más allá sin cansarnos nunca, con la certeza de ser sostenidos por la presencia paterna de Dios.
Una cruz esbelta (5 metros) en forma de cubo. Con cuatro caras iluminadas, de norte a sur, y de este a oeste, como para abrazar a todo este barrio, a todos los cristianos y a todos los hombres y mujeres de hoy.
Como expresa la liturgia del Viernes Santo, os invitamos a todos a decir a los que os encontréis: ¡Mirad el árbol de la cruz donde estuvo clavada la salvación del mundo!
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