La Iglesia tiene como misión predicar el Evangelio por el mundo y así lo hace a través de miles de católicos que, movidos por el amor y la gracia de Dios, difunden su Palabra. Esta labor repercute en beneficio de la sociedad porque el mismo Evangelio es Buena Noticia, es una oferta de sentido, respuesta de vida. Siendo esa su misión fundamental, sin embargo, es inseparable de otro tipo de actividades de la Iglesia, de otras acciones de la Iglesia. Por ejemplo, la labor social tan valorada. Por eso, si alguien se preguntara para qué es la Iglesia, habría que responderle de una manera sencilla: la Iglesia prolonga históricamente el amor de Dios por toda la humanidad, nos ayuda a recorrer el camino de esta vida y nos va conduciendo al Cielo. Ahí se enmarcan todas las actividades de la Iglesia, también las más concretas.
En España, la Iglesia está presente territorialmente en 70 diócesis (69 diócesis territoriales y una diócesis castrense) extendidas por todo el territorio y presididas por un obispo o arzobispo, divididas a su vez en parroquias (22.795). A ellas se suman Órdenes y Congregaciones religiosas (13.000), Monasterios de Clausura (860) y miles de Cofradías, Hermandades, etc. Se unen a éstas otras Instituciones y Organismos Supradiocesanos como las Universidades Pontificias, católicas, etcétera.
LO QUE HACEMOS
Dios, presente en su Iglesia, nos acompaña en los sucesos más importantes de nuestra vida, bien en los más felices (matrimonio, bautismo, confirmación), bien en los más dolorosos (pecado, enfermedad, muerte). Es el Amor de Dios quien otorga a estos sucesos sentido y esperanza. La relación de la Iglesia y la sociedad es algo natural porque la Iglesia es la familia de los hijos de Dios que desarrollan su vida como cualquier ciudadano. Se diferencian en la fe en un Dios que ha creado y que ama a los hombres y eso marca toda la vida.
No obstante, la Iglesia, Pueblo alentado por Dios, trabaja permanentemente por la sociedad, en general, y por cada ser humano, mostrándonos valores como la fe, la fraternidad, la solidaridad, el perdón, el amor, y muy especialmente, ayudando en la necesidad: inmigración, ancianidad, enfermedad, dolor, etcétera. Las actividades de la Iglesia son la muestra del amor de Dios por todos los hombres. Aunque eso es lo que son para la Iglesia, para la sociedad es un gran servicio de la Iglesia que beneficia a todos porque no se excluye a nadie por ninguna razón.
Todos estos servicios los desempeñan cristianos entregados a Dios. Para mantener esta labor y mejorar cada día, la Iglesia contribuye al desarrollo cultural y educativo de sus miembros. Y no sólo en nuestro entorno más cercano; misioneros de la Iglesia católica, repartidos por todo el mundo, predican con su ejemplo y trabajo la Palabra de Jesucristo.
LO QUE NOS MUEVE
La labor de un cristiano es, desde el amor a Dios, regalar ese amor al prójimo. A nivel individual y como miembro de una comunidad mayor que es la Iglesia. Lo que hace la Iglesia nace de lo que la Iglesia es. Por eso, todas las acciones de la Iglesia, todos los servicios de la Iglesia, lo que la Iglesia hace tiene su origen en lo que es la Iglesia: familia de los hijos de Dios llamada a mostrar el amor que hemos recibido de Dios a todos: «Amaos unos a otros como yo os he amado».
Para ello, el amor necesita de organización de manera que sea un servicio comunitario ordenado.
Ese amor se organiza en tres grandes tareas: anuncio de la Palabra de Dios,Sacramentos y Caridad, que se entrelazan y necesitan entre ellas. Son parte de la naturaleza de la Iglesia, de su misión como testigo y ejemplo de Jesucristo. Lo que más valora mucha gente es la labor social de la Iglesiaporque es verdaderamente admirable sin embargo, la raíz de eso que es lo más valorado de lo que la misma Iglesia es.
La Iglesia es la familia de Dios en el mundo y, como en toda familia, sus miembros han de velar por mantenerse unidos en el amor y en cuidar los unos de los otros. Esta familia rompe todas las barreras. La parábola del buen samaritano (cf. Lc 10, 31) sigue siendo el criterio de comportamiento, y muestra la universalidad del amor que se dirige hacia el necesitado que encuentra en su camino, sea cómo sea, sin importar de dónde venga.
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