Testimonio Vivo: Paola Mena, 18 años

Paola nos cuenta su experiencia de la JMJ para la sección «Testimonio Vivo». Para ella ha sido «algo grande», inexplicable quizá… pero algo que quiere volver a repetir. De hecho ha sido la última en incorporarse a este tren de la Parroquia, pero entre nosotros seguirá recorriendo este maravilloso camino. Éste es su testimonio:

Hola a todos: me llamo Paola, tengo 18 años y me gustaría relatar mi experiencia vivida durante los días de la Jornada Mundial de la Juventud de Cracovia 2016. Era la primera vez que acudía a una JMJ, a un evento mundial cristiano pero, dadas las buenas experiencias que me contaron algunas personas que estuvieron presentes en Madrid 2011, decidí apuntarme a la aventura.

No llevo en San Martín de Porres toda mi vida. Cuando me presentaron a la gente de la Parroquia que iría a las Jornadas conmigo, recuerdo que fuimos a un bar a charlar y conocernos más. Una persona me dijo que poder ver diferentes ciudades gracias a la JMJ era increíble, pero que cuando tú vas a un evento de este calibre y ves a millones de personas unidas por una misma causa, te das cuenta de que “hay algo”, algo que te hace pensar que Dios está ahí con todos nosotros, algo que no puedes describir con palabras, que mientras tú estás ahí presenciándolo dices: “esto es muy grande”. A pesar de ser creyente, pensaba que esta persona exageraba… lo que no me esperaba era que yo también me iba a dar cuenta que no se equivocaba lo más mínimo.

Creo que la Jornada Mundial de la Juventud ha cambiado mi manera de ver la vida. Pienso que todo empezó a partir de la llegada a Leszno aunque los días anteriores también los disfruté; fue a partir de la convivencia con la primera familia donde empecé a entrar en sintonía. Ver la hospitalidad de aquella familia y cómo eran capaces de darte su cariño y su confianza a cambio de nada. Lo mismo me pasó con las familias de Poznan y la de Bochnia…  a pesar de ser muy humildes, nos ofrecieron todo lo que tenían.

Puedo recordar muchos momentos que han contribuido a cambiar mi manera de pensar. En la misa en Czestochowa donde alguien preguntó que si el hecho de no tomar más medidas contra los terroristas y perdonarles se debía a la bondad del ser humano o al ser tontos; la respuesta fue el relato de cómo una mujer había perdido a sus seres queridos y, pese a todo, fue capaz de perdonar gracias a su fe en el Señor. O cuando el Papa Francisco nos dijo que «felicidad» no era sinónimo de «comodidad», y recordé los momentos en los que miraba a mi alrededor y lo único que veía era la felicidad reflejada en las caras de los peregrinos por muchas tormentas, horas y horas de caminatas a temperaturas altísimas y sin sombra, y por el cansancio acumulado ahí estaba.

Para mí el momento cumbre fue el día del Campo de la Misericordia, en el momento de la oración cuando todos estábamos con las velas me emocioné. Ahí fue cuando me acordé de ese día en el bar y pude decir “esto es muy grande”. Pude darme cuenta, sin ninguna duda, de que mi fe se había multiplicado y de que jamás había sentido nada parecido. Por todo ello, deseo volver a repetir esta experiencia en Panamá 2019.

Por último, me gustaría decir que gracias a esta JMJ he podido conocer a gente nueva y maravillosa que me han enseñado a ver que las apariencias engañan y me han ayudado cuando lo necesitaba y a mejorar mi vida. También he conocido a personas con la que había hablado anteriormente y que no esperaba conectar… y es que, en estos 17 días, me han sucedido tantas cosas, que ni tan siquiera yo me las creía hace un mes si me las hubieran contado.

Paola Mena