El Tercer Domingo de Adviento es uno de esos días en los que se nos invita a «estar alegres» por la próxima venida del Señor en Belén. Por eso es ya tradición que ese día bendigamos las imágenes del Niño Jesús que estarán en nuestros hogares durante la próxima Navidad e inauguremos el Belén Parroquial.
El domingo pasado pudimos disfrutar de la sencillez y la ilusión de uno de los grupos del Despertar Religioso que nos preparó exquisitamente bien la Eucaristía.
Hacerse como niños no es fácil hoy, pero es imprescindible para entrar en el Reino de Dios. Fueron muchos los niños, jóvenes y mayores, que trajeron la imagen del niño acostado en el pesebre.
Don Diego en la homilía nos invitó a ver qué motivos hay para estar alegres y a darnos cuenta de que la alegría duradera nos la presenta sólo Jesús con su resurrección. Si queremos ser alegres hemos de ser «testigos de la luz», como Juan el Bautista.
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