El cristiano vive en el mundo aportando los valores del Reino: «vivir en el mundo sin ser del mundo». Pero en el mundo hay guerras, dolor, sufrimiento y muerte… y nos preguntamos por qué, si Dios ha creado este mundo tan hermoso para nosotros, permite el mal. Es un auténtico misterio.
En el Cenáculo del pasado viernes, día 8 de febrero, nuestros chicos se acercaron a este mundo que pisamos, para descubrir las semillas generosas del Reino que ya ha comenzado, pero que aún no se ha completado.
«El mundo está en nuestras manos, porque vamos a intentar aportar lo mejor que tenemos». Ese fue el compromiso que hicimos al pintar nuestros dedos de colores y plasmar nuestras huellas en un gran lienzo blanco.
Tras compartir el juego y la convivencia, la reflexión, la cena y la adoración, pudimos salir convencidos de que «todos contamos», de que nadie sobra, de que «todos somos necesarios aunque nadie imprescindible». Y es que ser cristiano implica también un modo nuevo de estar en el mundo. ¿Te atreves a vivir así?. Nosotros sí.
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