¿Te has preguntado alguna vez quién eres? Seguramente que sí. Nuestra identidad es el conjunto de rasgos y circunstancias que distinguen a una persona de los demás. A veces nos fijamos en las personas con cierto éxito, imitamos su forma de vestir y de hablar, queremos ser idénticos a ellos, y eso nos lleva, a veces, a perder nuestra esencia.
Todos los días, lo queramos o no, nos ponemos «máscaras» para evitar que otros sepan cómo somos, incluso ocultando nuestra esencia. Una máscara nos la ponemos cuando tratamos agradar, o para defendernos, o porque estamos inseguros…
En el CENÁCULO del pasado viernes, 22 de marzo, veíamos cómo Dios nos equipó con todo lo necesario para afrontar la vida. Sin máscaras nos podemos acercar a él, porque ante Dios vamos con lo que somos y tenemos.
El Señor nos invita a no camuflarnos, a no disimular, a no tener dos caras, a ser auténticos desde lo más hondo del corazón. Sin máscaras, la vida es más plena. Sin máscaras, todo es un regalo.
Debe estar conectado para enviar un comentario.