En el primer domingo de junio, y en un enclave de ensueño, hemos celebrado el Día de las Familias. Cualquier motivo es bueno cuando lo importante es convivir, celebrar, festejar y pasarlo bien.
Nos trasladamos hasta la localidad burgalesa de Monasterio de Rodilla, hasta la explanada de la ermita románica de Nuestra Señora del Valle. Allí coincidimos con otros grupos que también daban gracias a Dios por motivos diversos.
En la eucaristía Don Diego habló sobre el sentido de la Fiesta de la Ascensión y sobre la importancia de la familia como primera Iglesia en la que Dios se hace presente. Tras la misa y los saludos tocaba hacerse un hueco con mesas y sillas a la sombra en medio de un día de temperaturas altas. Una buena comida en el campo y una sobremesa en la que contar anécdotas y programar el verano.
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