Desde muy pequeños nos orientan al éxito, al triunfo… «Tenéis que triunfar en la vida». Pero el encuentro con el fracaso es constante, porque forma parte esencial de la vida humana. Fracasos escolares, profesionales, políticos, amorosos… y, depende cómo se afronte, puede ser insoportable.
La historia de la salvación es también (aparentemente) una historia de fracaso: el pecado en el momento primigenio de la creación, la corrupción del pueblo hebreo en el desierto, la soledad de Jesús en la cruz.
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