Nosotros cada año emprendemos nuestro largo viaje para ayudar a que esos deseos se cumplan: esa es la luz que nos guía siempre. Al entrar en esta iglesia, nos hemos dado cuenta de la cantidad de estrellas que adornan el templo. Todas ellas os ayudarán a descubrir mejor a la auténtica estrella de la Navidad, que es Jesús. Seguid atreviéndoos a tocar el cielo. El cielo es de aquellos valientes, que no tienen miedo a decir sí a Dios.

Nunca dejéis de ser niños; creed que todo es posible y haced que vuestros sueños se hagan realidad. No me quiero extender mucho más porque estamos cansados después de una larga noche, y aún tenemos que repartir todos algún regalo que nos queda. Queríamos estar con vosotros aquí, para hacer un alto en el camino, adorar con vosotros a Jesús, y regresar a nuestras tierras.

Ah, y un pequeño consejo: seguid alumbrando con vuestra vida el camino de otros. Sed luz para los demás. Hasta el año que viene. Gracias por recibirnos.»

Los Magos son un ejemplo para todos: su capacidad de dejarse sorprender por la luz de una estrella, su arrojo al dejar su casa y su tierra por Cristo, su capacidad para postrarse ante el que es “Dios con nosotros” y su dinámica de conversión (“volvieron a su país por otro camino”).

Agradecemos la visita que nos han hecho y a los pajes su colaboración por hacerlo posible.
¡Buen regreso y hasta el próximo año!