Y el último domingo de mayo llegó de modo inesperado… El tiempo ha pasado y el curso toca a su fin. Este domingo hubiera sido el día de las familias, donde tradicionalmente celebrábamos la Eucaristía en un santuario y comíamos juntos para cerrar el curso. Este año no pudo ser. Cabe la alegría y la esperanza de que, en lo sucesivo, volvamos a retomar el ritmo de todo.
En el domingo de Pentecostés los apóstoles se llenaron de la presencia del Espíritu Santo que les permitió salir de su cerrazón y poder así darse cuenta de que eran una «misión». Cada uno es una misión, cuando se siente interpelado por Jesús y, a través del Espíritu, lleva adelante su obra.
Minguito también quiso hacerse presente en la celebración. El Espíritu es como esa fuerza motora que hace que un muñeco de trapo e insignificante sea conocido y aclamado. Sin el Espíritu somos muy poquito.
Ahora ya llega el verano. Es el tiempo de seguir siendo amigos de Jesús en el ambiente de cada día, en el juego, en la familia… pero, no es hora de olvidarse de Dios porque Él no se olvida de cada uno. Por eso, «atrévete a tocar el cielo»; eres una misión. ¡Feliz verano! ⭐⭐⭐⭐⭐
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