Estos días estamos siguiendo los primeros pasos de la predicación evangélica de Jesús. Lo hacemos precisamente recordando los momentos en los que Él va llamando a los primeros apóstoles para que «estuvieran con a su lado» y para «enviarlos a predicar».
Jesús se acerca a ellos, a Santiago y a su hermano Juan, a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y les invita no a cambiar de vida sino a dar una profundidad más auténtica a lo que hacen. Jesús no quiere anular nuestras potencialidades, sino que viene a ofrecerse para que podamos acogerle sin reservas: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres».
Pero a veces olvidamos que seguimos siendo «pececillos» y que hemos de dejar que la red nos envuelva. Esa red repleta de peces es la Iglesia: peces grandes y más pequeños, peces que se escurren y otros que forman un todo compacto.
¡Qué fácil es entender el Evangelio! Basta creer que es posible. Estos niños lo han entendido a las mil maravillas. ¡Sigamos siendo «pescados» y «pescadores»!
Debe estar conectado para enviar un comentario.