Ayer fue Miércoles de Ceniza, una fecha que abre para los católicos el tiempo cuaresmal. Esta es la segunda Cuaresma afectada por la pandemia, circunstancia que influyó en las celebraciones específicas, como viene ocurriendo durante este ya largo periodo de limitaciones para la vida cotidiana.
Distancias, el uso de la mascarilla y la recomendación de hidrogel, amén de otros detalles referidos al cantar, leer y distribuir la comunión… ¡Ya estamos acostumbrados! Sin embargo, en el rito de la imposición de la ceniza sí hubo novedad; la Santa Sede fijo una serie de cambios. Así, la primera parte de la ceremonia, que es la bendición de la ceniza, la hizo el sacerdote desde el altar, desde donde también la ofreció a los fieles una sola vez con una de las dos fórmulas del Misal Romano: «Convertíos y creed en el Evangelio», o bien: «Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás»”.
Y para la segunda parte, o imposición física de la ceniza en la cabeza: “impondrá la ceniza a cuantos se acercan a él o, si es oportuno, se acercará a los fieles que estén de pie, permaneciendo en su lugar. Y el sacerdote tomará la ceniza y la dejará caer sobre la cabeza de cada uno, sin decir nada”.
Un miércoles de ceniza raro y atípico, donde muchos pudieron participar en nuestra parroquia de este rito que inaugura la Cuaresma.
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