«Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.»
En el día de Pentecostés disfrutando de la acción de Dios en nosotros.Imaginemos una piedra dura, rugosa, rígida. Ahora esa misma piedra en el fondo de un riachuelo; es la misma piedra pero mojada. Ciertamente, puede estar húmeda por fuera pero por dentro seca. Así nos puede ocurrir.
La Iglesia es el fruto del Espíritu en nosotros, pero a veces, los cristianos, permanecemos insensibles y duros a su acción.
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