«Hoy se cumple esta escritura que acabáis de oír». Jesús, en la sinagoga de Nazaret, se atribuye las mismas palabras de Isaías. Los oyentes pasan de la admiración al rechazo; todo en un instante solamente.
El «profeta» es un signo de contradicción ayer y también hoy. A veces nos imaginamos a los profetas como alguien de otro tiempo, eruditos, apartados del mundo y dedicado solamente a Dios. Pero también hoy podemos ser profetas en cada uno de los ámbitos donde nos movemos socialmente. Basta aprovechar cada instante para transmitir la Buena Noticia del Evangelio. Eso es lo que aprendimos el domingo en la Eucaristía.
Y cercana ya la fiesta de las Candelas (la fiesta de la Presentación de Jesús en el templo), recibimos a los niños bautizados y a sus familias; para seguir pidiendo por ellos, renovar los compromisos de aquel día y unirnos como comunidad de bautizados en torno a Jesús, la luz del mundo.
















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