«Tengo sed de Ti»

«Que el Señor te conceda el deseo de tu corazón». Con estas palabras, el salmista nos habla de cómo el corazón anhela, desea y espera en Dios. Los jóvenes también anhelamos, necesitamos el cielo.

La oración es la sed que tenemos de Dios; una relación de amor e intimidad con Dios, donde Él me mira y yo le miro, donde Él me habla y yo le hablo y donde Él me escucha y yo le escucho. ¿Qué buscas en la vida? ¿Qué anhelas? A través del testimonio de los santos pudimos iluminar nuestra reflexión.

Orar es descubrirme amado por Dios, es tomar a Dios por amigo y desear, con su gracia, unir mi voluntad a la suya en todo. Orar es reconocer, con fe viva, su presencia envolvente, penetrante, permanente, su presencia de amor entrañable y misericordioso.

Y en Cuaresma esto es vital. Algo nuevo está surgiendo, ¿no lo notáis?