En Cuaresma vivimos con más intensidad la celebración de la Eucaristía. Con nuestra adhesión al Señor vencemos también las tentaciones del Maligno: «tuyo es el reino, tuyo es el poder y la gloria por siempre, Señor».
En el primer domingo de Cuaresma, las tentaciones aparecen como síntesis de la vida cristiana; cómo muchas veces respondemos afirmativamente al Señor y cómo otras veces le damos la espalda. Afirmación y rechazo como dos caras de una misma moneda.
Que este tiempo nos sirva para que nuestro corazón se parezca más al suyo. ¡Cuarenta días de gracia!






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