¡Que sí! ¡Que ir a misa está súper bien! Celebramos que Dios nos prepara una fiesta y nos ama con locura. Es maravilloso descubrir cómo, mayores y pequeños, aprendemos a acercarnos a Dios.
El domingo pasado, Dios nos invitaba a ser perseverantes en la oración; a menudo nos cansamos de pedir cuando no vemos frutos y resultados. Moisés, con los brazos en alto, recurría a Dios pidiéndole que su pueblo venciera y en cuanto los bajaba, vencía el pueblo contrario. Aarón y Jur le sujetaban los brazos para que no se cansara y así vencer.
Y así seguimos sumando momentos y vivencias. Porque el Evangelio, si no se hace vida, no es actual. ¡Ayúdanos, Señor, a no cansarnos de pedirte! ¡Señor, enséñanos a orar!











Debe estar conectado para enviar un comentario.