«¡Lázaro, sal afuera!» Es el grito de Jesús ante la tumba de Lázaro al que amaba. Era su punto de referencia, donde habitualmente solía ir a hospedarse, su refugio y el lugar de tantos encuentros.
Pero ante todo, Lázaro nos representa a todos: necesitamos también que Jesús nos quite las losas que pesan tanto y las vendas que atan pies y manos, y que nos dejan paralizados… Jesús anticipa la Vida nueva de la Resurrección.
Domingo a domingo subimos con esperanza la escalada cuaresmal hasta llegar a la cumbre de la montaña pascual.







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